Las personas siempre piensan que la estrategia puede controlar todo: hacer que el cerdo parezca un tigre, golpear desde dimensiones inferiores, calcular astutamente la mente humana. Pero todo esto solo funciona cuando hay una diferencia en la percepción; cuando tu percepción supera a la del oponente, puedes ver a través de sus motivaciones y propósitos, y en ese momento los planes dejan de ser efectivos. La estrategia solo funciona porque existe una diferencia en la percepción: una parte ve superficialmente, otra ve profundamente. Por eso, la estrategia nunca es el fin de la sabiduría; es solo un juego de diferencias en la percepción. Cuando una persona aprende a usar la causalidad como herramienta, ha salido del nivel de la estrategia. Quien desea ser Buda, primero debe sembrar las causas para ello. Quien busca riqueza, primero debe crear fuentes de ingreso. En este mundo no hay "si", solo "aún no". La misma causa puede dar diferentes resultados, dependiendo del círculo en el que se encuentre. El destino no está predestinado, sino que es lo que uno mismo siembra. Por eso, los iluminados observan a las personas sin preguntar por el resultado, solo cuestionan si la relación es adecuada. Todas las derrotas desde dimensiones inferiores, hacer parecer que uno es un tonto o un tigre, en esencia, son juegos de percepción. Un cazador que finge ser presa es inteligente, pero si se encuentra con un observador de mayor dimensión, realmente se convierte en presa. Porque la inteligencia puede ver el escenario, pero la sabiduría puede ver la causa. La estrategia más poderosa es actuar en armonía con el flujo natural. La ciencia de la estrategia se basa en la acumulación, la percepción en los niveles. Lamentablemente, la mayoría no tiene paciencia para profundizar, aprenden unas cuantas técnicas y luego juegan con la naturaleza humana, solo para ser devorados por ella.
El aprendizaje más profundo en el mundo no está en las técnicas, sino en la observación de las leyes. Conspiración, estrategia activa y el Camino Celestial son tres fuerzas diferentes. La conspiración solo puede engañar a quienes tienen una percepción inferior a la tuya. La estrategia activa puede funcionar en ambos niveles, baja y alta: con los inferiores, te usan; con los superiores, muestran sinceridad. Pero el Camino Celestial es la fuerza suprema: actuar en armonía con las causas y los efectos, hacer el bien y que las buenas consecuencias lleguen por sí mismas, usar el mal para eliminar el mal, y las consecuencias del mal solo se manifestarán sobre el mal mismo. Lo aterrador del Camino Celestial no es el castigo, sino su precisión. De estas tres, podemos discernir una regla clara: lo que decide la victoria o la derrota no son los medios, sino la percepción, porque mientras mayor sea tu percepción, podrás aprovechar sus deseos, propósitos, hábitos y reglas, en función de tu propia fuerza. Y por encima de todo esto, existe una forma superior de control: las causas, condiciones y resultados.
Un verdadero maestro solo siembra causas y establece relaciones en su propio mundo. Si quieres dominar la situación, primero siembra las causas que otros desean; cuando los necesiten, tú serás la única opción. En ese momento, no necesitas pelear ni competir; la iniciativa estará naturalmente en tus manos. Ser proactivo no significa controlar a los demás, sino permitir que las causas y efectos te elijan. La conspiración es un cálculo en la oscuridad, la estrategia activa es aprovechar las reglas, y el Camino Celestial es el funcionamiento natural de las causas y efectos. Por eso, la estrategia más profunda es la ausencia de estrategia; la fuerza más poderosa es actuar en armonía con el cielo. Los verdaderos iluminados nunca luchan contra las personas, porque la naturaleza humana cambia, pero las leyes permanecen. Solo necesitan seguir las leyes, dejando que las causas y efectos actúen en su nombre. Los conspiradores usan trucos, los estrategas usan reglas, pero los que siguen el Camino Celestial dejan que las causas y efectos se encarguen. Al final, descubrirás que la conspiración puede ganar momentáneamente, la estrategia puede ganar una partida, pero solo quien sigue el Camino Celestial puede ganar en toda la vida y en el orden del universo. Por eso, cuando puedas convertirte en la causa y hacer que el mundo establezca relaciones contigo, no necesitarás estrategias, porque el panorama completo ya está en tu corazón.
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Las personas siempre piensan que la estrategia puede controlar todo: hacer que el cerdo parezca un tigre, golpear desde dimensiones inferiores, calcular astutamente la mente humana. Pero todo esto solo funciona cuando hay una diferencia en la percepción; cuando tu percepción supera a la del oponente, puedes ver a través de sus motivaciones y propósitos, y en ese momento los planes dejan de ser efectivos. La estrategia solo funciona porque existe una diferencia en la percepción: una parte ve superficialmente, otra ve profundamente. Por eso, la estrategia nunca es el fin de la sabiduría; es solo un juego de diferencias en la percepción. Cuando una persona aprende a usar la causalidad como herramienta, ha salido del nivel de la estrategia. Quien desea ser Buda, primero debe sembrar las causas para ello. Quien busca riqueza, primero debe crear fuentes de ingreso. En este mundo no hay "si", solo "aún no". La misma causa puede dar diferentes resultados, dependiendo del círculo en el que se encuentre. El destino no está predestinado, sino que es lo que uno mismo siembra. Por eso, los iluminados observan a las personas sin preguntar por el resultado, solo cuestionan si la relación es adecuada. Todas las derrotas desde dimensiones inferiores, hacer parecer que uno es un tonto o un tigre, en esencia, son juegos de percepción. Un cazador que finge ser presa es inteligente, pero si se encuentra con un observador de mayor dimensión, realmente se convierte en presa. Porque la inteligencia puede ver el escenario, pero la sabiduría puede ver la causa. La estrategia más poderosa es actuar en armonía con el flujo natural. La ciencia de la estrategia se basa en la acumulación, la percepción en los niveles. Lamentablemente, la mayoría no tiene paciencia para profundizar, aprenden unas cuantas técnicas y luego juegan con la naturaleza humana, solo para ser devorados por ella.
El aprendizaje más profundo en el mundo no está en las técnicas, sino en la observación de las leyes. Conspiración, estrategia activa y el Camino Celestial son tres fuerzas diferentes. La conspiración solo puede engañar a quienes tienen una percepción inferior a la tuya. La estrategia activa puede funcionar en ambos niveles, baja y alta: con los inferiores, te usan; con los superiores, muestran sinceridad. Pero el Camino Celestial es la fuerza suprema: actuar en armonía con las causas y los efectos, hacer el bien y que las buenas consecuencias lleguen por sí mismas, usar el mal para eliminar el mal, y las consecuencias del mal solo se manifestarán sobre el mal mismo. Lo aterrador del Camino Celestial no es el castigo, sino su precisión. De estas tres, podemos discernir una regla clara: lo que decide la victoria o la derrota no son los medios, sino la percepción, porque mientras mayor sea tu percepción, podrás aprovechar sus deseos, propósitos, hábitos y reglas, en función de tu propia fuerza. Y por encima de todo esto, existe una forma superior de control: las causas, condiciones y resultados.
Un verdadero maestro solo siembra causas y establece relaciones en su propio mundo. Si quieres dominar la situación, primero siembra las causas que otros desean; cuando los necesiten, tú serás la única opción. En ese momento, no necesitas pelear ni competir; la iniciativa estará naturalmente en tus manos. Ser proactivo no significa controlar a los demás, sino permitir que las causas y efectos te elijan. La conspiración es un cálculo en la oscuridad, la estrategia activa es aprovechar las reglas, y el Camino Celestial es el funcionamiento natural de las causas y efectos. Por eso, la estrategia más profunda es la ausencia de estrategia; la fuerza más poderosa es actuar en armonía con el cielo. Los verdaderos iluminados nunca luchan contra las personas, porque la naturaleza humana cambia, pero las leyes permanecen. Solo necesitan seguir las leyes, dejando que las causas y efectos actúen en su nombre. Los conspiradores usan trucos, los estrategas usan reglas, pero los que siguen el Camino Celestial dejan que las causas y efectos se encarguen. Al final, descubrirás que la conspiración puede ganar momentáneamente, la estrategia puede ganar una partida, pero solo quien sigue el Camino Celestial puede ganar en toda la vida y en el orden del universo. Por eso, cuando puedas convertirte en la causa y hacer que el mundo establezca relaciones contigo, no necesitarás estrategias, porque el panorama completo ya está en tu corazón.