Informes que surgen sobre un gasto masivo en campañas de influencia—estamos hablando de esfuerzos coordinados que apuntan a comunidades religiosas, desplegando redes de bots, reclutando influencers e incluso intentando dar forma a cómo ChatGPT enmarca ciertas narrativas geopolíticas.

Esto plantea serias preguntas sobre el control centralizado de la información en la era de la IA. Cuando los principales modelos de lenguaje pueden ser influenciados a través de presiones estratégicas, ¿qué significa eso para la verdad en los sistemas descentralizados?

Las tácticas mencionadas—granjas de bots, influencers pagados, ingeniería narrativa—no son nuevas, pero ¿aplicarlas para entrenar respuestas de IA? Eso es un nivel diferente. Te hace preguntarte cuántos otros outputs de IA "imparciales" son en realidad productos de campañas narrativas bien financiadas.

Esta es exactamente la razón por la que necesitamos alternativas transparentes y descentralizadas en los sistemas de información. Cuando un puñado de entidades controla los datos de entrenamiento y el ajuste fino de la IA en los que miles de millones confían, la manipulación se vuelve inevitable.