Cómo la investigación mal aplicada se convirtió en la base de una política comercial agresiva

El enfoque de la administración de Trump respecto a los aranceles ha recibido duras críticas de una fuente inesperada: Brent Neiman, economista de la Universidad de Chicago y exfuncionario del Tesoro, cuya propia investigación fue supuestamente distorsionada para justificar las medidas proteccionistas actuales. En un destacado artículo de opinión, Neiman expresó su alarma por cómo sus hallazgos académicos fueron fundamentalmente malinterpretados para respaldar políticas que contradicen sus conclusiones originales.

Los números no cuadran: un error de cálculo del 75%

En el centro de la queja de Neiman se encuentra una discrepancia matemática crítica. Su investigación examinó la efectividad de los aranceles basándose en una tasa de transferencia al consumidor del 95%—es decir, que los importadores trasladan casi todo el coste de un arancel a los compradores. Sin embargo, los responsables de la política que implementaron el nuevo régimen arancelario supuestamente usaron una cifra muy diferente, de solo 25% de transferencia, según la versión de Neiman.

Esta brecha en la suposición fundamental generó un efecto en cascada: las tasas arancelarias se establecieron en cuatro veces más altas de lo que los datos económicos reales respaldarían. Lo que debería haber sido un ajuste modesto se convirtió en una intervención agresiva, todo porque un parámetro crítico fue ignorado o malentendido.

Por qué equilibrar el comercio no es tan simple como piensan los políticos

Neiman se opone a la narrativa predominante de que los déficits comerciales representan un fracaso económico. En realidad, explica, los desequilibrios de importación y exportación surgen de factores estructurales más profundos: recursos naturales variables, ventajas competitivas entre países y diferentes etapas del desarrollo industrial.

Consideremos un ejemplo sencillo: los estadounidenses compran considerablemente más ropa a Sri Lanka que al revés. Para Neiman, esto refleja preferencias racionales del mercado y ventajas comparativas, no manipulación del mercado ni trato injusto. Ver cada desequilibrio comercial como un problema que requiere soluciones arancelarias, argumenta, malinterpreta fundamentalmente cómo funciona el comercio global.

Los efectos en cadena que nadie previó

Más allá de los errores de cálculo directos, Neiman destaca las consecuencias políticas pasadas por alto. Los aranceles dirigidos a países específicos pueden simplemente redirigir las compras a proveedores alternativos en lugar de reducir las importaciones totales—un fenómeno llamado desviación comercial. Mientras tanto, los aranceles retaliatorios de las naciones afectadas representan amenazas directas para los exportadores estadounidenses.

Además, los regímenes arancelarios sostenidos tienden a fortalecer los valores de las monedas con el tiempo. Para el dólar estadounidense, esto crea un problema secundario: los bienes fabricados en EE. UU. se vuelven más caros para los compradores extranjeros, socavando la competitividad de las exportaciones justo cuando las políticas proteccionistas pretenden apoyar a los productores nacionales.

Cuando la evidencia se subordina a los objetivos políticos

La preocupación central de Neiman trasciende los números específicos. Su investigación fue desarrollada para informar decisiones políticas racionales basadas en evidencia económica. En cambio, sostiene, se convirtió en una herramienta retórica—citada selectivamente, interpretada parcialmente y torcida hacia conclusiones predeterminadas.

Este patrón—donde el trabajo académico se reutiliza para legitimar decisiones ya tomadas por otras razones—representa lo que Neiman llama una violación fundamental de la integridad intelectual. La investigación original buscaba una estrategia comercial equilibrada y basada en datos; la aplicación real responde a imperativos políticos.

La lección más amplia

A medida que la política comercial de EE. UU. continúa evolucionando, la experiencia de Neiman subraya una vulnerabilidad crucial: la brecha entre la investigación rigurosa y la implementación política. Cuando los hallazgos académicos son extraídos de su contexto original y reinterpretados a través de una lente política, tanto la verdad como la efectividad de las decisiones políticas sufren. Su caso sirve como una advertencia de que una política económica sólida depende de un compromiso honesto con la evidencia, no de citas selectivas de datos para respaldar agendas preexistentes.

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