El envejecimiento de la fuerza laboral de Japón se está acelerando a un ritmo sorprendente. En 1965, la edad promedio era de solo 29 años, característica de una población más joven y en crecimiento. Para 1995, esta había aumentado a 38 años a medida que las tasas de natalidad disminuyeron. Avancemos hasta 2025, y la edad media de Japón ahora se sitúa en 48 años, marcando una de las sociedades más envejecidas del mundo. Este cambio demográfico conlleva importantes implicaciones: disminución de la mano de obra, aumento de los costos de atención médica y presiones estructurales sobre la política fiscal. Para los mercados e inversores que siguen los ciclos macroeconómicos, la trayectoria de envejecimiento de Japón ofrece un adelanto de lo que enfrentarán las economías desarrolladas y cómo los bancos centrales pueden responder con entornos de tasas prolongadamente bajas.