Muchas personas piensan que controlar los deseos materiales es una virtud, pero en realidad no es así. Un deseo de consumo moderado es una señal de salud mental, a veces esos gastos "irracionales" son los que salvan nuestro mundo espiritual.
Es como la expectativa de esperar un paquete, la pequeña felicidad de tomar una taza de café, o comprarse ropa nueva: estos gastos que parecen un derroche, en esencia, son una inversión en la construcción psicológica. Cuando una persona no tiene ningún deseo material, a menudo no está lejos de una crisis psicológica.
Esta lógica también se aplica a la inversión y la gestión de activos. Una asignación de activos saludable no es solo una acumulación de números, sino un equilibrio entre la calidad de vida y las expectativas psicológicas. Permitir moderadamente que uno mismo experimente y tenga, es la única manera de mantener la racionalidad y la paciencia durante los ciclos del mercado a largo plazo. Dentro de los límites que permiten las condiciones económicas, aprender a complacerse a uno mismo es en sí mismo una parte de la gestión de riesgos.
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Muchas personas piensan que controlar los deseos materiales es una virtud, pero en realidad no es así. Un deseo de consumo moderado es una señal de salud mental, a veces esos gastos "irracionales" son los que salvan nuestro mundo espiritual.
Es como la expectativa de esperar un paquete, la pequeña felicidad de tomar una taza de café, o comprarse ropa nueva: estos gastos que parecen un derroche, en esencia, son una inversión en la construcción psicológica. Cuando una persona no tiene ningún deseo material, a menudo no está lejos de una crisis psicológica.
Esta lógica también se aplica a la inversión y la gestión de activos. Una asignación de activos saludable no es solo una acumulación de números, sino un equilibrio entre la calidad de vida y las expectativas psicológicas. Permitir moderadamente que uno mismo experimente y tenga, es la única manera de mantener la racionalidad y la paciencia durante los ciclos del mercado a largo plazo. Dentro de los límites que permiten las condiciones económicas, aprender a complacerse a uno mismo es en sí mismo una parte de la gestión de riesgos.