El mercado del cobre se encuentra en un punto de inflexión. Con un nivel de cotización actual de $8500 por tonelada – una estabilización tras el rango de $7800 a $9500 en el año pasado – se observan varios factores que podrían indicar una tendencia al alza en los precios. Especialmente la escasez de inventarios en la London Metals Exchange (LME) combinada con un crecimiento estructural de la demanda proveniente de fuentes de energía renovable podría hacer que las acciones de cobre y las posiciones físicas sean rentables en el próximo año.
Cuellos de botella en la oferta frente a una demanda en aumento
La producción mundial de cobre está muy concentrada geográficamente: Chile domina con un 27% de la producción mundial, seguido de Perú (11%), China (9%), la República Democrática del Congo (7%) y EE. UU. (6%). Los demás países comparten el 40%. Es importante tener en cuenta que las empresas mineras en Chile y Perú son consideradas socios confiables, mientras que los riesgos en regiones políticamente más inestables son mayores.
En 2023, se procesaron globalmente 31,6 millones de toneladas de cobre metálico, un aumento significativo respecto a las 20 millones de toneladas en 2010. Este incremento fue impulsado principalmente por China, que elevó su consumo de 8 a 14,5 millones de toneladas entre 2010 y 2020. Sin embargo, el mercado inmobiliario chino ha estado estancado desde 2023, lo que frena el ritmo de crecimiento futuro.
La pregunta clave es: ¿de dónde provendrá la nueva oferta? Actualmente no hay proyectos mineros relevantes planificados que amplíen significativamente la capacidad de producción. Esta brecha en la oferta se explica por un crecimiento moderado de la demanda en promedio, aproximadamente un 2,7% anual durante diez años, lo que no justifica inversiones masivas en minería desde un punto de vista económico.
La transición estructural a energías verdes
Las aplicaciones tradicionales del cobre – construcción, transporte, redes eléctricas, maquinaria, bienes de consumo – requirieron en 2022 aproximadamente 28,8 millones de toneladas. El crecimiento en estos sectores es moderado, entre 0,5% y 1,5% anual.
En cambio, en las tecnologías de energías renovables, la demanda es mucho mayor. Las instalaciones fotovoltaicas necesitan unos 4 toneladas de cobre por megavatio, las turbinas eólicas 1 tonelada, mucho más que las centrales convencionales. Los vehículos eléctricos requieren aproximadamente cuatro veces más cobre que los vehículos tradicionales. Estos sectores crecen entre un 10% y un 20% anual.
No obstante, la participación actual de las energías renovables en el consumo total de cobre es solo de aproximadamente el 7% (2,84 millones de toneladas en 2023). Para 2030, se estima que esta proporción aumentará al 17%, es decir, cerca de 7 millones de toneladas. Esto muestra que, aunque las tecnologías verdes impulsan el crecimiento, aún no representan la masa de demanda suficiente para cubrir las brechas de oferta por sí solas.
Situación del mercado: inventarios como indicador de precios
Los inventarios en la LME actualmente ofrecen señales relevantes. Cuando caen por debajo de 0,1 millones de toneladas, un nivel considerado crítico, los precios tienden a subir. Tras las festividades del Año Nuevo chino en febrero (cuando pausas de dos semanas en la actividad reducen la demanda y los inventarios aumentan), se espera que a partir de marzo comience una reducción adicional en los inventarios, siempre que el crecimiento global se mantenga estable como se prevé.
En 2023, varias minas experimentaron fallos en la producción que aún no han sido compensados, lo que aumenta la tensión en la oferta.
El escenario más probable para 2024-2025 se basa en:
Crecimiento global moderado, impulsado por recortes de tasas de interés (EE.UU. desde marzo, Europa desde verano de 2024)
China estabiliza su economía con un crecimiento del 5% (Consenso: 4%)
La política monetaria restrictiva decreciente favorece los valores de materias primas cíclicos
Inventarios de cobre en la LME persistentemente bajos
Los riesgos permanecen: nuevos shocks inflacionarios por saltos en los precios del petróleo, eventos impredecibles o una escalada en las tensiones geopolíticas podrían poner en duda esta previsión.
Vehículos de inversión en comparación
Acciones de cobre de empresas mineras muestran una alta correlación con el precio del cobre, pero están sujetas a riesgos operativos adicionales. Ejemplos como Freeport McMoRan (FCX, con un 79% de cobre), se benefician de precios más altos, pero pueden verse afectados por huelgas, impuestos o aumentos en los costos. Las empresas consolidadas también pagan dividendos y realizan recompras de acciones, lo que es positivo para los inversores en renta. El ETF de BlackRock ICOP ofrece exposición diversificada a varias acciones mineras de cobre.
ETFs de cobre (siete variantes disponibles) permiten una participación más directa en el precio, con mayor correlación y sin riesgo empresarial. Sus desventajas: tarifas anuales hasta el 1% y ausencia de dividendos.
Futuros de cobre son productos apalancados con riesgo extremo, más adecuados para cubrir posiciones existentes que para especulación pura para inversores minoristas.
Estrategias para diferentes perfiles de inversores
Inversores a largo plazo deberían considerar acciones de cobre con sólidos fundamentos, aunque con cautela. El producto es cíclico, no cíclico – las caídas de precios en fases de debilidad económica son normales (2008, 2020, 2022). Recomendación: máxima ponderación del 10% en la cartera, con un nivel claro de stop-loss.
Especuladores a corto plazo necesitan un profundo conocimiento del análisis técnico y vigilancia constante del mercado. La estrategia funciona si se sigue activamente el inventario en la LME y los informes de producción minera. Freeport McMoRan, por ejemplo, muestra una correlación muy alta con el precio del cobre y puede servir como vehículo de trading. Es esencial definir un stop-loss antes de entrar; el objetivo de ganancia debe ser igual o mayor que el riesgo; el éxito requiere ejecución disciplinada y regular.
Perspectiva: la transición energética verde como catalizador a largo plazo
Los próximos diez a veinte años pertenecerán a las energías renovables. Vehículos eléctricos, fotovoltaica, eólica terrestre y marina, y la modernización de las redes eléctricas impulsarán la demanda de cobre. En EE. UU. y Europa, también será necesario renovar las viejas redes eléctricas, lo que será un impulso adicional.
Pero hasta 2030, la energía verde solo representará el 17,9% del consumo total de cobre. Esto explica por qué la tasa de crecimiento total de la demanda será modesta. Lo que determinará la evolución de los precios será el sistema de oferta: ¿podrán las minas ampliar rápidamente su producción? ¿O la brecha en la oferta persistirá?
Actualmente, todo apunta a lo último. Esto es alcista para acciones de cobre y posiciones en materias primas, al menos a medio plazo hasta 2025/2026, siempre que la economía global no se desacelere drásticamente.
Conclusión: La combinación de una oferta estructuralmente insuficiente, bajos inventarios y una economía global en recuperación hace que los papeles del cobre sean atractivos para 2024-2025. Los inversores a largo plazo confían en la solidez fundamental, mientras que los de corto plazo se basan en señales técnicas y en los inventarios de la LME. En ambos casos, la gestión del riesgo debe ser prioritaria: el cobre sigue siendo un producto volátil y cíclico.
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Cobre como oportunidad de inversión 2024-2025: análisis de mercado y opciones comerciales
El mercado del cobre se encuentra en un punto de inflexión. Con un nivel de cotización actual de $8500 por tonelada – una estabilización tras el rango de $7800 a $9500 en el año pasado – se observan varios factores que podrían indicar una tendencia al alza en los precios. Especialmente la escasez de inventarios en la London Metals Exchange (LME) combinada con un crecimiento estructural de la demanda proveniente de fuentes de energía renovable podría hacer que las acciones de cobre y las posiciones físicas sean rentables en el próximo año.
Cuellos de botella en la oferta frente a una demanda en aumento
La producción mundial de cobre está muy concentrada geográficamente: Chile domina con un 27% de la producción mundial, seguido de Perú (11%), China (9%), la República Democrática del Congo (7%) y EE. UU. (6%). Los demás países comparten el 40%. Es importante tener en cuenta que las empresas mineras en Chile y Perú son consideradas socios confiables, mientras que los riesgos en regiones políticamente más inestables son mayores.
En 2023, se procesaron globalmente 31,6 millones de toneladas de cobre metálico, un aumento significativo respecto a las 20 millones de toneladas en 2010. Este incremento fue impulsado principalmente por China, que elevó su consumo de 8 a 14,5 millones de toneladas entre 2010 y 2020. Sin embargo, el mercado inmobiliario chino ha estado estancado desde 2023, lo que frena el ritmo de crecimiento futuro.
La pregunta clave es: ¿de dónde provendrá la nueva oferta? Actualmente no hay proyectos mineros relevantes planificados que amplíen significativamente la capacidad de producción. Esta brecha en la oferta se explica por un crecimiento moderado de la demanda en promedio, aproximadamente un 2,7% anual durante diez años, lo que no justifica inversiones masivas en minería desde un punto de vista económico.
La transición estructural a energías verdes
Las aplicaciones tradicionales del cobre – construcción, transporte, redes eléctricas, maquinaria, bienes de consumo – requirieron en 2022 aproximadamente 28,8 millones de toneladas. El crecimiento en estos sectores es moderado, entre 0,5% y 1,5% anual.
En cambio, en las tecnologías de energías renovables, la demanda es mucho mayor. Las instalaciones fotovoltaicas necesitan unos 4 toneladas de cobre por megavatio, las turbinas eólicas 1 tonelada, mucho más que las centrales convencionales. Los vehículos eléctricos requieren aproximadamente cuatro veces más cobre que los vehículos tradicionales. Estos sectores crecen entre un 10% y un 20% anual.
No obstante, la participación actual de las energías renovables en el consumo total de cobre es solo de aproximadamente el 7% (2,84 millones de toneladas en 2023). Para 2030, se estima que esta proporción aumentará al 17%, es decir, cerca de 7 millones de toneladas. Esto muestra que, aunque las tecnologías verdes impulsan el crecimiento, aún no representan la masa de demanda suficiente para cubrir las brechas de oferta por sí solas.
Situación del mercado: inventarios como indicador de precios
Los inventarios en la LME actualmente ofrecen señales relevantes. Cuando caen por debajo de 0,1 millones de toneladas, un nivel considerado crítico, los precios tienden a subir. Tras las festividades del Año Nuevo chino en febrero (cuando pausas de dos semanas en la actividad reducen la demanda y los inventarios aumentan), se espera que a partir de marzo comience una reducción adicional en los inventarios, siempre que el crecimiento global se mantenga estable como se prevé.
En 2023, varias minas experimentaron fallos en la producción que aún no han sido compensados, lo que aumenta la tensión en la oferta.
El escenario más probable para 2024-2025 se basa en:
Los riesgos permanecen: nuevos shocks inflacionarios por saltos en los precios del petróleo, eventos impredecibles o una escalada en las tensiones geopolíticas podrían poner en duda esta previsión.
Vehículos de inversión en comparación
Acciones de cobre de empresas mineras muestran una alta correlación con el precio del cobre, pero están sujetas a riesgos operativos adicionales. Ejemplos como Freeport McMoRan (FCX, con un 79% de cobre), se benefician de precios más altos, pero pueden verse afectados por huelgas, impuestos o aumentos en los costos. Las empresas consolidadas también pagan dividendos y realizan recompras de acciones, lo que es positivo para los inversores en renta. El ETF de BlackRock ICOP ofrece exposición diversificada a varias acciones mineras de cobre.
ETFs de cobre (siete variantes disponibles) permiten una participación más directa en el precio, con mayor correlación y sin riesgo empresarial. Sus desventajas: tarifas anuales hasta el 1% y ausencia de dividendos.
Futuros de cobre son productos apalancados con riesgo extremo, más adecuados para cubrir posiciones existentes que para especulación pura para inversores minoristas.
Estrategias para diferentes perfiles de inversores
Inversores a largo plazo deberían considerar acciones de cobre con sólidos fundamentos, aunque con cautela. El producto es cíclico, no cíclico – las caídas de precios en fases de debilidad económica son normales (2008, 2020, 2022). Recomendación: máxima ponderación del 10% en la cartera, con un nivel claro de stop-loss.
Especuladores a corto plazo necesitan un profundo conocimiento del análisis técnico y vigilancia constante del mercado. La estrategia funciona si se sigue activamente el inventario en la LME y los informes de producción minera. Freeport McMoRan, por ejemplo, muestra una correlación muy alta con el precio del cobre y puede servir como vehículo de trading. Es esencial definir un stop-loss antes de entrar; el objetivo de ganancia debe ser igual o mayor que el riesgo; el éxito requiere ejecución disciplinada y regular.
Perspectiva: la transición energética verde como catalizador a largo plazo
Los próximos diez a veinte años pertenecerán a las energías renovables. Vehículos eléctricos, fotovoltaica, eólica terrestre y marina, y la modernización de las redes eléctricas impulsarán la demanda de cobre. En EE. UU. y Europa, también será necesario renovar las viejas redes eléctricas, lo que será un impulso adicional.
Pero hasta 2030, la energía verde solo representará el 17,9% del consumo total de cobre. Esto explica por qué la tasa de crecimiento total de la demanda será modesta. Lo que determinará la evolución de los precios será el sistema de oferta: ¿podrán las minas ampliar rápidamente su producción? ¿O la brecha en la oferta persistirá?
Actualmente, todo apunta a lo último. Esto es alcista para acciones de cobre y posiciones en materias primas, al menos a medio plazo hasta 2025/2026, siempre que la economía global no se desacelere drásticamente.
Conclusión: La combinación de una oferta estructuralmente insuficiente, bajos inventarios y una economía global en recuperación hace que los papeles del cobre sean atractivos para 2024-2025. Los inversores a largo plazo confían en la solidez fundamental, mientras que los de corto plazo se basan en señales técnicas y en los inventarios de la LME. En ambos casos, la gestión del riesgo debe ser prioritaria: el cobre sigue siendo un producto volátil y cíclico.