La última decisión de la Reserva Federal transmite señales dovish, provocando una fuerte volatilidad en los mercados monetarios globales. El índice del dólar alcanzó un mínimo de 98.313, habiendo caído un 9.38% en lo que va de año, mientras que las monedas no estadounidenses y los activos de refugio han subido en línea con la tendencia. La reevaluación del mercado sobre las perspectivas de recortes de tasas en 2025 está cambiando la lógica de asignación de fondos, pero aún existen variables sobre si el dólar continuará debilitándose.
Presión sobre el dólar: discrepancia entre cambio de política y expectativas del mercado
La semana pasada, la Reserva Federal decidió recortar las tasas en 25 puntos básicos hasta un rango de 3.50%-3.75%. Esta decisión en sí misma no sorprendió, pero las declaraciones posteriores del presidente Powell rompieron con las expectativas del mercado. Sugirió que la reunión de enero podría mantenerse sin cambios, enfatizando que la Fed ha reducido las tasas en 175 puntos básicos y que actualmente la política se encuentra en un nivel neutral.
Sin embargo, la reacción del mercado fue completamente opuesta. Según una filtración de Reuters, el nuevo dot plot de la Fed mantiene una expectativa mediana de solo una reducción de tasas en 2025, muy por debajo de las dos que el mercado ya ha descontado (aproximadamente 50 puntos básicos). Esta diferencia en las expectativas impactó directamente en el dólar. Vassili Serebriakov, estratega de divisas de UBS, señaló que la Fed parece ser más moderada en comparación con otros bancos centrales —como el Banco de Australia, Canadá y la Eurozona, que están adoptando posturas más hawkish— formando un contraste claro que sigue presionando al dólar a la baja.
Cabe destacar que la política del yen también enfrenta presiones de ajuste. Como una de las principales monedas de reserva mundial, los movimientos del Banco de Japón influirán aún más en el ecosistema del dólar. La Fed anunció que, a partir del 12 de diciembre, comprará 400 mil millones de dólares en bonos del Tesoro a corto plazo para inyectar liquidez, una medida que reduce aún más la atracción de activos seguros en dólares.
Reacción en cadena: las activos de riesgo enfrentan una ventana de reevaluación
La debilidad del dólar ha abierto la caja de Pandora, desplazando los puntos de referencia de precios de diversos activos.
Las acciones tecnológicas y las de alto beta en crecimiento. El sector tecnológico del S&P 500 ha subido más del 20% en lo que va de año. Según modelos de datos de JP Morgan, una depreciación del dólar en 1% puede aumentar las ganancias de las empresas tecnológicas en 5 puntos básicos, lo cual es especialmente favorable para los ingresos en el extranjero y el bajo costo de endeudamiento que impulsa la inversión empresarial.
El mercado de metales preciosos también se ha disparado. El oro ha subido un 47% en el año, superando los 4200 dólares por onza, alcanzando un máximo histórico. Datos de la World Gold Council muestran que las compras de bancos centrales superaron las 1,000 toneladas (lideradas por China e India), y las entradas netas en ETFs se han disparado, con la depreciación del dólar ampliando la demanda de cobertura contra la inflación.
Los mercados emergentes se convierten en los grandes ganadores. El índice MSCI de mercados emergentes ha subido un 23% en el año, impulsado por las fuertes ganancias corporativas y la depreciación del dólar en países como Corea del Sur y Sudáfrica. Un análisis de Goldman Sachs indica que la caída del dólar atrae flujos de capital hacia bonos y acciones de mercados emergentes, con monedas como el real brasileño liderando las subidas.
Pero esta espada de doble filo también trae preocupaciones. Los precios de las commodities (el petróleo ha subido un 10% en el año) también aumentan con la debilidad del dólar, lo que podría intensificar las expectativas de inflación; si las acciones estadounidenses se sobrecalientan, la volatilidad en activos de alto beta podría ampliarse aún más.
Punto de inflexión: los datos económicos podrían reescribir las expectativas
Aunque a corto plazo la debilidad del dólar parece ser la tendencia dominante, quizás sea prematuro sacar conclusiones definitivas. Una encuesta de Reuters muestra que el 73% de los 45 analistas consultados espera que el dólar esté más débil a fin de año, pero este consenso podría desmoronarse ante datos económicos sólidos.
Mohit Kumar, economista de Jefferies, afirmó que si los datos de inflación (CPI) y empleo no agrícola de diciembre son sólidos, las divergencias internas en la Fed (ya hay 3 miembros en contra de recortar tasas en esta reunión) podrían inclinarse hacia una postura más hawkish, impulsando el índice del dólar de regreso a la barrera de 100. Por ejemplo, el sorprendente aumento de 119,000 en las nóminas no agrícolas en septiembre fue suficiente para revertir las expectativas del mercado, dada la fortaleza del mercado laboral.
Al mismo tiempo, el aumento del déficit fiscal de EE. UU. y la persistente amenaza de un cierre gubernamental podrían mantener la demanda de refugio en el dólar, actuando como un factor estabilizador.
Perspectivas: recomendaciones de asignación y advertencias de riesgo
El mercado se encuentra en una encrucijada de reevaluación de las políticas monetarias globales. A corto plazo, la probabilidad de que el dólar se debilite más es relativamente alta, pero la tendencia a largo plazo dependerá de la magnitud de la recesión económica y del grado de sincronización de las políticas de los bancos centrales.
Se recomienda a los inversores adoptar una estrategia diversificada: aumentar la exposición a monedas no estadounidenses y oro, y seguir de cerca los movimientos del yen como referencia clave; evitar un apalancamiento excesivo para hacer frente a la creciente complejidad de la volatilidad; y monitorear de cerca los datos de empleo e inflación de diciembre como desencadenantes clave para ajustar las posiciones.
En tiempos de mayor incertidumbre, responder con flexibilidad resulta más inteligente que apostar en una sola dirección.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
La ola global de tendencia dovish: ¿Podrá continuar la depreciación del dólar, y qué nuevos cambios presenta la política del yen japonés?
La última decisión de la Reserva Federal transmite señales dovish, provocando una fuerte volatilidad en los mercados monetarios globales. El índice del dólar alcanzó un mínimo de 98.313, habiendo caído un 9.38% en lo que va de año, mientras que las monedas no estadounidenses y los activos de refugio han subido en línea con la tendencia. La reevaluación del mercado sobre las perspectivas de recortes de tasas en 2025 está cambiando la lógica de asignación de fondos, pero aún existen variables sobre si el dólar continuará debilitándose.
Presión sobre el dólar: discrepancia entre cambio de política y expectativas del mercado
La semana pasada, la Reserva Federal decidió recortar las tasas en 25 puntos básicos hasta un rango de 3.50%-3.75%. Esta decisión en sí misma no sorprendió, pero las declaraciones posteriores del presidente Powell rompieron con las expectativas del mercado. Sugirió que la reunión de enero podría mantenerse sin cambios, enfatizando que la Fed ha reducido las tasas en 175 puntos básicos y que actualmente la política se encuentra en un nivel neutral.
Sin embargo, la reacción del mercado fue completamente opuesta. Según una filtración de Reuters, el nuevo dot plot de la Fed mantiene una expectativa mediana de solo una reducción de tasas en 2025, muy por debajo de las dos que el mercado ya ha descontado (aproximadamente 50 puntos básicos). Esta diferencia en las expectativas impactó directamente en el dólar. Vassili Serebriakov, estratega de divisas de UBS, señaló que la Fed parece ser más moderada en comparación con otros bancos centrales —como el Banco de Australia, Canadá y la Eurozona, que están adoptando posturas más hawkish— formando un contraste claro que sigue presionando al dólar a la baja.
Cabe destacar que la política del yen también enfrenta presiones de ajuste. Como una de las principales monedas de reserva mundial, los movimientos del Banco de Japón influirán aún más en el ecosistema del dólar. La Fed anunció que, a partir del 12 de diciembre, comprará 400 mil millones de dólares en bonos del Tesoro a corto plazo para inyectar liquidez, una medida que reduce aún más la atracción de activos seguros en dólares.
Reacción en cadena: las activos de riesgo enfrentan una ventana de reevaluación
La debilidad del dólar ha abierto la caja de Pandora, desplazando los puntos de referencia de precios de diversos activos.
Las acciones tecnológicas y las de alto beta en crecimiento. El sector tecnológico del S&P 500 ha subido más del 20% en lo que va de año. Según modelos de datos de JP Morgan, una depreciación del dólar en 1% puede aumentar las ganancias de las empresas tecnológicas en 5 puntos básicos, lo cual es especialmente favorable para los ingresos en el extranjero y el bajo costo de endeudamiento que impulsa la inversión empresarial.
El mercado de metales preciosos también se ha disparado. El oro ha subido un 47% en el año, superando los 4200 dólares por onza, alcanzando un máximo histórico. Datos de la World Gold Council muestran que las compras de bancos centrales superaron las 1,000 toneladas (lideradas por China e India), y las entradas netas en ETFs se han disparado, con la depreciación del dólar ampliando la demanda de cobertura contra la inflación.
Los mercados emergentes se convierten en los grandes ganadores. El índice MSCI de mercados emergentes ha subido un 23% en el año, impulsado por las fuertes ganancias corporativas y la depreciación del dólar en países como Corea del Sur y Sudáfrica. Un análisis de Goldman Sachs indica que la caída del dólar atrae flujos de capital hacia bonos y acciones de mercados emergentes, con monedas como el real brasileño liderando las subidas.
Pero esta espada de doble filo también trae preocupaciones. Los precios de las commodities (el petróleo ha subido un 10% en el año) también aumentan con la debilidad del dólar, lo que podría intensificar las expectativas de inflación; si las acciones estadounidenses se sobrecalientan, la volatilidad en activos de alto beta podría ampliarse aún más.
Punto de inflexión: los datos económicos podrían reescribir las expectativas
Aunque a corto plazo la debilidad del dólar parece ser la tendencia dominante, quizás sea prematuro sacar conclusiones definitivas. Una encuesta de Reuters muestra que el 73% de los 45 analistas consultados espera que el dólar esté más débil a fin de año, pero este consenso podría desmoronarse ante datos económicos sólidos.
Mohit Kumar, economista de Jefferies, afirmó que si los datos de inflación (CPI) y empleo no agrícola de diciembre son sólidos, las divergencias internas en la Fed (ya hay 3 miembros en contra de recortar tasas en esta reunión) podrían inclinarse hacia una postura más hawkish, impulsando el índice del dólar de regreso a la barrera de 100. Por ejemplo, el sorprendente aumento de 119,000 en las nóminas no agrícolas en septiembre fue suficiente para revertir las expectativas del mercado, dada la fortaleza del mercado laboral.
Al mismo tiempo, el aumento del déficit fiscal de EE. UU. y la persistente amenaza de un cierre gubernamental podrían mantener la demanda de refugio en el dólar, actuando como un factor estabilizador.
Perspectivas: recomendaciones de asignación y advertencias de riesgo
El mercado se encuentra en una encrucijada de reevaluación de las políticas monetarias globales. A corto plazo, la probabilidad de que el dólar se debilite más es relativamente alta, pero la tendencia a largo plazo dependerá de la magnitud de la recesión económica y del grado de sincronización de las políticas de los bancos centrales.
Se recomienda a los inversores adoptar una estrategia diversificada: aumentar la exposición a monedas no estadounidenses y oro, y seguir de cerca los movimientos del yen como referencia clave; evitar un apalancamiento excesivo para hacer frente a la creciente complejidad de la volatilidad; y monitorear de cerca los datos de empleo e inflación de diciembre como desencadenantes clave para ajustar las posiciones.
En tiempos de mayor incertidumbre, responder con flexibilidad resulta más inteligente que apostar en una sola dirección.