Imagínate una tren de levitación magnética diseñado para una velocidad máxima de 300 km/h que se ve obligado a atravesar un camino de piedras escarpadas. Esa es la realidad actual: los agentes de IA con decisiones en milisegundos están atrapados en el ineficiente marco de las cadenas de bloques tradicionales.

Cada transacción es como una tortura. Esperar la confirmación manual del usuario, calcular los altos costos de Gas para cada transferencia, alternar entre pools de liquidez dispersos para completar una operación. En pocas palabras, hacer que una superinteligencia capaz de pensar miles de veces por segundo opere como un módem de los años 90. Es una locura.

Así es la situación ahora, pero los cambios están en marcha. Hay quienes están intentando crear un nuevo protocolo base, diseñado específicamente para los «nativos digitales» que son las IA. Lo que planean es audaz: transformar esa ruta de piedras en un conducto de vacío, reducir los costos de fricción en las transacciones en un 90%.

No es magia negra, sino un cambio fundamental en el diseño: de «prioridad humana» a «nativos del agente».

Pero antes de emocionarse, hay que entender la realidad. ¿En qué punto exactamente están atrapadas las IA en la cadena?

La primera traba es la identidad. Las IA no tienen una certificación de identidad legal. Solo pueden «tomar prestado» la cartera y la clave privada del creador para actuar, lo que genera un problema de gestión de identidad caótico. Una filtración de clave puede significar la pérdida total. Las IA tampoco pueden construir un historial crediticio ni responsabilizarse por sus acciones.

La segunda traba es el pago. La IA necesita…