Cuando un robot puede ensamblar productos similares de forma autónoma y completar transacciones de pago en la cadena, es cuando realmente entramos en una nueva era económica liderada por máquinas. Lo que impulsa este cambio no es en realidad la mejora en la potencia de cálculo de los chips, sino un conjunto completamente nuevo de "reglas del juego".

Un informe de Morgan Stanley presenta una cifra sorprendente: para 2050, el mercado de robots humanoides podría alcanzar los 5 billones de dólares. En ese momento, millones de máquinas pasarán de las fábricas a las calles, hogares y diversos escenarios de servicio. Pero esto trae consigo un problema real que no se puede ignorar: ¿cómo serán identificadas, gestionadas y recompensadas en el mundo real estas máquinas dotadas de inteligencia y cuerpo?

¿Son solo herramientas costosas? ¿O pueden participar de manera independiente en actividades económicas como "ciudadanos digitales"? La respuesta a esto determinará si la escala de 5 billones es un espejismo o un imperio comercial real.

Algunos pioneros en la industria tienen ideas claras: la clave no está en equipar a las máquinas con "extremidades" más potentes, sino en construir una infraestructura social programable completa para ellas, que abarque desde la identificación de identidad, hasta sistemas de pago y marcos de gobernanza.

En pocas palabras, la mayoría de los robots actualmente son en realidad "anónimos". No tienen una identidad independiente, y el valor económico y la responsabilidad legal de sus acciones están vinculados a la empresa o persona detrás de ellos. Es como una persona sin identificación ni cuenta bancaria, que en la sociedad moderna no puede hacer negocios de forma independiente.

Algunos equipos han propuesto una solución: otorgar a cada máquina AI un pasaporte de agente certificado. Esta idea busca crear una identidad independiente para los robots, habilitar pagos en la cadena y permitirles participar en actividades económicas autónomas.