Las acciones de computación cuántica se recuperan con fuerza en 2025, pero ¿pueden IonQ, Rigetti y D-Wave superar a los gigantes de la industria? Los datos cuentan una historia diferente

La Bandera Roja de Valoración de la Que Nadie Habla

Cuando buscas la próxima historia de retornos del 21,800% como la que Nvidia entregó en la última década, las acciones de computación cuántica parecen la opción obvia. En 2025, los nombres puros de computación cuántica—IonQ, Rigetti Computing, D-Wave Quantum y Quantum Computing Inc.—han mostrado un impulso explosivo, con algunos subiendo hasta un 5,400% en los últimos 12 meses. La narrativa es seductora: las computadoras cuánticas podrían revolucionar los algoritmos de IA y resolver problemas que los sistemas clásicos no pueden tocar.

Pero aquí es donde la historia se vuelve incómoda.

Los métricas de valoración de estas acciones de computación cuántica están en territorios que los patrones históricos sugieren que preceden correcciones importantes. La relación precio-ventas de IonQ en los últimos 12 meses (P/S) es de 163, mientras que Rigetti Computing cotiza a 1,029, D-Wave Quantum a 337 y Quantum Computing Inc. a 3,346. Para poner esto en perspectiva: antes de que estallara la burbuja punto-com en marzo de 2000, los pioneros de internet alcanzaron ratios P/S entre 30 y 40. Estas acciones de computación cuántica puras se están negociando entre 5 y 80 veces más alto que ese umbral de burbuja histórica—incluso proyectando hacia adelante las estimaciones de ingresos para 2028.

Por qué las Tecnologías Disruptivas Siempre Enfrentan el Mismo Patrón Brutal

Internet transformó el mundo. La decodificación del genoma prometió milagros médicos. La nanotecnología, la blockchain y el metaverso generaron una euforia similar. Sin embargo, cada una de estas tendencias revolucionarias compartía una característica definitoria: un evento de estallido de burbuja en etapas tempranas.

Estas burbujas no surgen al azar. Se forman porque los inversores sobreestiman constantemente las tasas de adopción, la utilidad práctica y la optimización a corto plazo de las innovaciones en auge. Cuando la realidad no cumple con las expectativas, el mercado finalmente vuelve a ajustar estos activos a la baja—a veces de manera brutal.

La computación cuántica no es una excepción. Aunque Amazon y Microsoft han dado a sus suscriptores en la nube acceso a los procesadores cuánticos de IonQ y Rigetti, la comercialización generalizada aún está a años de distancia. Más críticamente, las computadoras cuánticas aún no han demostrado ventajas claras sobre los sistemas clásicos para resolver problemas empresariales reales a gran escala. La tecnología todavía está en etapas iniciales—y la historia muestra que las acciones puras en etapas tempranas rara vez se convierten en líderes de la industria.

La Amenaza Oculta: Dilución de Accionistas y el Problema del Gasto de Efectivo

Las empresas de computación cuántica en etapas tempranas enfrentan un dilema de capital. Sin ingresos establecidos o acceso a financiamiento tradicional, deben captar fondos mediante emisiones de acciones que diluyen a los accionistas existentes. La recaudación de capital de IonQ en octubre ilustra perfectamente esta dinámica: la compañía vendió 16.5 millones de acciones a $93 por un precio por acción para asegurar $2 mil millones, junto con paquetes de warrants que introducen futuros vectores de dilución.

Este patrón se repetirá. Rigetti Computing, D-Wave Quantum y Quantum Computing Inc. probablemente buscarán emisiones similares a medida que quemen efectivo financiando I+D y ampliando su infraestructura de ventas. Cada evento de dilución presiona los precios de las acciones y reduce lo que cada inversor existente posee. Con el tiempo, el valor para los accionistas se erosiona no por un rendimiento operativo deficiente, sino por la expansión matemática del número de acciones.

La Muralla Competitiva No Existe

Quizás el riesgo más existencial que enfrentan estas acciones puras de computación cuántica no proviene del sentimiento del mercado, sino de competidores con bolsillos profundos que ingresan en el espacio.

En diciembre de 2024, Alphabet presentó su unidad de procesamiento cuántico Willow (QPU), ejecutando con éxito algoritmos cuánticos en su hardware propio. Microsoft siguió en febrero con su Majorana 1 QPU. Los miembros de las “Siete Magníficas” poseen varias ventajas estructurales: reservas de efectivo masivas, negocios principales altamente rentables que financian I+D y destreza en ejecución en ecosistemas de hardware y software.

A diferencia de las acciones de computación cuántica dependientes de nuevas emisiones de capital, los gigantes tecnológicos pueden gastar más y innovar más que los competidores puros sin perder ritmo. Si estos innovadores con abundantes recursos deciden que la computación cuántica representa una $850 oportunidad económica global de mil millones para 2040 (según estima Boston Consulting Group), sus recursos superan con creces lo que IonQ, Rigetti, D-Wave o Quantum Computing Inc. pueden movilizar. La ventaja del primer movimiento se evapora rápidamente cuando entran en escena competidores mejor capitalizados.

La Lección Histórica: Los Líderes Tempranos Rara Vez Ganan a Largo Plazo

La historia demuestra de manera constante que ser el primero no garantiza ser el mejor—o incluso sobrevivir. Las empresas que lideran categorías de tecnología revolucionaria en su infancia a menudo ceden el dominio a competidores con balances más sólidos, redes de distribución o posicionamiento de marca más fuerte.

Al analizar las acciones de computación cuántica como generadoras de riqueza a largo plazo, la probabilidad histórica sugiere decepción por delante. La combinación de valoraciones elevadas (5 a 80 veces los umbrales de burbuja históricos), la inminente dilución de accionistas, años de distancia de la comercialización y la competencia de gigantes tecnológicos con recursos superiores crea un perfil de riesgo-recompensa desafiante para los inversores que buscan la próxima historia de Nvidia.

La revolución de la computación cuántica puede, de hecho, transformar industrias. Pero las acciones puras que se están recuperando con fuerza en 2025 enfrentan vientos en contra que sugieren que no son los vehículos más probables para capturar esa creación de valor a largo plazo.

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