La crisis de procesos maduros se acerca: se reevaluarán las expectativas de costos y la brecha de chips para automoción en 2026

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Reacción anticipada del mercado, la volatilidad de las acciones ya es una señal de riesgo

En las últimas dos semanas, el índice de semiconductores de Filadelfia ha caído casi un 4%, y las correcciones en los grupos de chips de potencia para automoción y procesos de gama baja han superado al mercado en general. La señal más sensible del mercado estadounidense —las acciones de Tesla, Ford y General Motors— ya reflejan de antemano los riesgos en la cadena de suministro, con mayor volatilidad intradía. Paralelamente, los activos relacionados con procesos maduros en el mercado de Taiwán, como Macronix, Silicon Motion-KY y Novatek, también están presionados, pero la lógica de inversión detrás no es una presión de venta a corto plazo, sino que las instituciones han comenzado a recalcular los modelos de producción y inventario para 2026.

Los cambios en la liquidez son aún más evidentes. Las posiciones en ETF de oro alcanzaron un máximo en lo que va del semestre, la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años en EE. UU. cayó a un rango del 3.9%–4%, y el dólar volvió a situarse por encima de 107. Este tipo de rotación en activos de refugio refleja una advertencia anticipada del mercado ante impactos macroeconómicos. Algunos fondos macro incluso discuten que, si la presión en la cadena de suministro de procesos maduros continúa hasta la primera mitad de 2026, la inflación podría volver a surgir por factores de costos, generando un riesgo de una “segunda inflación”.

Expansión del riesgo en una sola planta: el impacto de la suspensión de Nexperia

La fábrica de semiconductores de bajo nivel para automoción en Dongguan, China, de la compañía holandesa Nexperia, ha suspendido su producción debido a controles de exportación y factores geopolíticos. Esto no es solo una fluctuación regional en la cadena de suministro, sino que está generando reacciones en cadena a nivel global.

El impacto cuantificable ya se puede medir: Nissan reduce en aproximadamente 1,200 unidades mensuales su producción; Honda en Asia disminuye la capacidad de algunos modelos en un 15–20%; Bosch en Alemania reduce la capacidad de componentes en 3,500–4,000 unidades diarias. Detrás de estos datos se esconde la vulnerabilidad inherente al modelo de producción just-in-time (producción ajustada a la demanda) que predomina en la industria automotriz: cuando un proveedor único se interrumpe, toda la línea de producción suele reducirse de inmediato.

Nexperia ocupa una posición clave en el suministro de MCU, drivers IC y la mayoría de los semiconductores de potencia, y su planta en Dongguan suministra principalmente chips para sistemas de freno ABS, ventanas eléctricas y módulos ECU. A simple vista, estos chips tienen un precio unitario de solo 1–3 dólares, pero precisamente por su bajo costo, uso generalizado y alta concentración de proveedores, cualquier interrupción en la producción puede impedir que un vehículo complete su ensamblaje —esto es, la vulnerabilidad más significativa de los semiconductores de gama baja en la cadena de suministro global.

La brecha a corto plazo se convierte en una deficiencia estructural

Lo que inicialmente se esperaba como una escasez estacional, ahora varias cadenas de suministro y centros de investigación lo redefinen como una “brecha estructural”.

Según estimaciones de instituciones internacionales, si Nexperia no logra recuperar al menos el 80% de su capacidad en diciembre, la brecha en el suministro de MCU para automoción a nivel mundial podría ampliarse en el primer y segundo trimestre de 2026 hasta un 6–12%, superando los niveles de escasez de 2022 tras la pandemia. En aquel entonces, la escasez de chips provocó una reducción de producción de más de 1 millón de vehículos; aunque en esta ocasión el tamaño es menor, sigue siendo una advertencia para industrias altamente dependientes de procesos maduros.

Varias instituciones en Wall Street ya han revisado a la baja las previsiones de entregas de Tesla para 2026 en un 2–4%, y también están recalculando los planes de producción de modelos de alto margen de GM y Ford. Esto implica que los inversores deben ajustar sus expectativas de beneficios para esas compañías el próximo año —no solo en ingresos, sino también en margen bruto.

Advertencia temprana en la cadena de suministro de Taiwán

Las empresas de diseño de circuitos integrados (IC) reaccionan con mayor rapidez y sinceridad. Varias han confirmado que “los pedidos para 2025 son normales, pero la visibilidad para 2026 se ha reducido notablemente”. La demanda de chips NOR Flash, PMIC y MCU para automoción se ha vuelto más conservadora, y los bancos de inversión ya señalan a empresas como Macronix, Silicon Motion-KY y Novatek como las “exposiciones en procesos maduros que hay que observar el próximo año”.

Sin embargo, la verdadera presión no llegará en 2025, sino en 2026, cuando podrían enfrentarse una inversión en inventarios y una desaceleración en las compras. Esto plantea un desafío para los cálculos de costos de los inversores: cuando los inventarios cambian de expansión a contracción, los ingresos y márgenes brutos de los fabricantes enfrentan riesgos a la baja, y estos cambios suelen ocurrir muy rápidamente —por lo que los inversores deben anticipar estos puntos de inflexión para calcular con precisión el coste medio de sus acciones.

La geopolítica y la cadena de suministro en un escenario de riesgo acumulado

La combinación de retrasos en la cadena de suministro y tensiones geopolíticas amplifica los riesgos. EE. UU. continúa ampliando el alcance de sus controles de exportación, Japón intensifica su diplomacia, y China amplía los controles de exportación de materiales clave. Europa también está reevaluando el valor estratégico de los procesos maduros.

Las tarifas adicionales a componentes automotrices fabricados en China por parte de EE. UU. aumentan aún más los riesgos en la cadena de suministro automotriz. Esta presión multidimensional ya trasciende las industrias: el turismo y el comercio minorista en Japón se enfrían por la reducción de turistas chinos, y la industria química y farmacéutica en Suiza sufre una caída de más del 20% en exportaciones a EE. UU. Esto indica que los riesgos en la cadena de suministro se han convertido en una amenaza sistémica que afecta a múltiples mercados e industrias.

Los procesos maduros pasan de ser de bajo margen a activos estratégicos

El mercado global de semiconductores no está repitiendo la escasez total de la era de la pandemia, pero sí está entrando en una estructura de riesgos más segmentada: los procesos avanzados (como 5nm y 3nm) continúan expandiéndose rápidamente gracias a la demanda de IA, mientras que los procesos maduros (40–180nm), debido a factores geopolíticos, alta concentración y riesgos de punto único, están siendo reevaluados como “activos estratégicos”.

La suspensión de Nexperia es solo el comienzo de esta historia. La verdadera cuestión central es: el mundo sigue careciendo de sistemas de respaldo rápidos y alternativos. La clave para 2026 no es cuándo se recuperará la línea de producción, sino si la cadena de suministro podrá seguir dependiendo de la concentración en un solo país o planta. Este es el siguiente riesgo que discuten en Wall Street y en los círculos políticos: los procesos maduros podrían pasar en los próximos dos años de ser un “negocio de bajo margen” a convertirse en un “área de alta dependencia estratégica”.

Reevaluación de expectativas y ventana de decisiones para los inversores

Para los inversores en acciones, esta crisis no solo ofrece oportunidades de volatilidad a corto plazo, sino también una ventana para anticipar una redistribución global en la manufactura. Aunque el mercado aún calcula la incertidumbre para 2026, una cosa está clara: esta crisis en procesos maduros afectará mucho más que a los fabricantes de automóviles, y podría redefinir toda la próxima fase del mapa de la manufactura tecnológica global.

Al ajustar el coste medio de sus acciones, los inversores deben considerar estos factores: la posible reducción en las previsiones de beneficios para 2026, el momento de la inversión en inventarios, las restricciones a largo plazo en la cadena de suministro por la geopolítica, y el posible aumento estructural de costos en procesos maduros. Reevaluar estos aspectos con anticipación permitirá tomar decisiones más racionales antes de que el mercado reaccione completamente.

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