Hace medio año, pasé del borde de Web3 al centro de la industria de pagos. Ahora, he decidido detener esta exploración.

Esto no es una retirada por fracaso. Al contrario, precisamente porque he estado en el campo, tocando negocios reales, he tomado esta decisión. En estos seis meses, visité centros comerciales como Yiwu, Shui Bei, Putian, e incluso viajé a México para ver esos ecosistemas de pagos bulliciosos en los informes. He probado MVPs, gestionado cuentas, desarrollado herramientas de cobro en Web3, intentando llevar todo lo que imaginaba desde el primer paso hasta el último.

Cuanto más profundo avanzaba, más comprendía una cruel realidad: los pagos no son un negocio donde "hacer un buen producto te hará ganar". ¿Funciones? Eso es lo menos importante. Lo que realmente importa son las relaciones bancarias, las licencias regulatorias, la eficiencia del capital y la capacidad de control de riesgos a largo plazo. Estas cosas, no se pueden acumular con dinero ni tampoco con tiempo suficiente.

¿Y qué son esas operaciones de pago que parecen "ganar dinero"? La mayoría están simplemente asumiendo un margen de riesgo — solo que todavía no han tenido un gran fallo. Hasta qué punto puede llegar una empresa de pagos, nunca depende de cuánto beneficio tenga en sus libros, sino de si puede seguir viva cuando realmente estalla el riesgo.

No escribo esto para despreciar la industria, sino para cambiar el ángulo de la perspectiva y mostrar la realidad claramente. Quizá así, las futuras generaciones puedan tener un poco más de claridad.